Solo una breve misiva, apenas unas líneas redactadas con el
cuidado léxico y la gran expresividad
con la que sus prodigiosas manos acostumbraban ya a escribir, tan solo
una leve porción de sentimientos encerrados en un alma cautiva y casi inexplorada
fue lo que el gran escritor dejó como muestra de los temores infundados que
tanto le atormentaban, los mismos miedos sin sentido ni razón de ser que vivían
incrustados como el musgo en las rocas en las paredes del tierno corazón que,
como durante muchas otras tardes cuando los tintes del sol se borran y dejan
paso a la negrura de la noche, esperaba una nueva carta de aquel a quien tanto
le debía.
Me gussssssssta *.*
ResponderEliminarArigato!!! *.*
EliminarA mí me encantas tú, nakama! 8)