Perspectiva


Saboreando un orgullo alimentado por sus escasos seudo-éxitos literarios, aún sabiendo la debilidad de los cimientos sobre los que éstos se sostenían, y con el corazón henchido del placer que le proporcionaban los innumerables apoyos que ella consideraba casi obligatorios, se alojó en su ego tan elevado como la más alta de las montañas dedicándose desde ahí a observar el mundo que tan caprichosamente repartido se extendía ante su perfilada nariz; y por un momento se creyó un gigante con poder sobre todo lo que veía desde esa posición privilegiada.

  Pero en un breve instante de lucidez, dióse cuenta la falsa divinidad de lo equivocada que estaba. Ella apenas abarcaba en tan extensa superficie una talla treinta y nueve con sus pies y lo que veía no era nada más que lo grande que le quedaba el mundo.

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