A un amor

Con los hilos de mi sangre 
 cosí tu nombre en las paredes, en los cielos, en los suelos.
 Me tragué tu amor, tus besos, tu saliva 
 con ansia, con hambre, y no quedé saciada.
 Y el alma se me llenó de vida, 
 de la tuya y de la mía,
 de mis días a tu lado, de los tuyos a mi vera.
 Durmiendo entre tus sueños, despertando en tus desvelos,
 anhelando tus deseos, astillada entre tus huesos.
 Con un te quiero entre los dientes, 
 un te quiero para siempre,
 que sí empieza, que no se acaba,
 te lo grito en la distancia y te llega, te lo guardas. 
 Las caricias de tus dedos me atolondran, me arrebatan,
 me provocan un no sé qué, que sí sé qué, que qué sé yo que me altera, que me incita.
 Tirada en tu alfombra, como un recuerdo me conservo, 
 me pisas, yo me dejo.
 Me sacas de la piel y te regalo pulsos sin razón, pulsos de quita y pon,
 acallados contra  tus labios mullidos, mojados. 
 Bebo pasión medida de tu mirada congelada, encerrada en un cristal. 
 ¿Será que lo caótico se hace orden en tu parpadeo?
 Y mientras tanto mi corazón, echo trocitos, guardado en tu bolsillo.

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