Envuelta en un
torbellino de letras entremezcladas, dando tumbos entre oraciones inconexas,
incoherentes, sin nada que decir. Otra vez conversan en mi cabeza ideas
huérfanas, desamparadas; que, cual perro abandonado husmeando en aras de
encontrar algo de comida entre cubos de basura,
deambulan por calles desiertas, vacías de imaginación en busca de algún
soporte, un salvavidas, un espejo en el que poder reflejarse, algo… Un
constante zumbido de siseos sin sentido invaden mi mente y mis oídos. Es
molesto, o más que eso, es perturbador. Los oigo, los escucho, me hablan todos
a la vez, quieren decirme algo, pero ¿qué? ¿¡Qué!? De nuevo me desquicio, me
turbo, pierdo la poca cordura de la que antaño presumía. Quiero sacarlo, se que
está aquí dentro…
Otro día más, no
tengo nada que escribir. Otro día más me siento frustrada frente la pantalla de
cristal líquido que otrora solía llenar de relatos y leyendas de bosques
fantásticos. Otro día más que se suma a
la lista negra de mis deudas literarias. Otro día más que se acaba.
Ahora debo
descansar, o intentarlo. No hacer nada agota demasiado. Supongo que mañana será
otro día. Aunque esto mismo fue lo que dije ayer….
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